Construir alternativas económicas reales y medibles, es posible
Sebastián Luna, como todos los días, se levanta junto con el sol para trabajar su parcela. En ella, Xap (como le llaman en su comunidad) limpia su cafetal, revisa la milpa (cultivo de maíz, frijol y calabaza) y, sobre todo, se asegura de que a sus abejas no les falte de nada. Se trata de un veterano apicultor orgulloso de producir una miel de alta calidad, sin químicos ni antibióticos y con una sana relación con las abejas. Este trabajo de Xap permite a la comunidad endulzar, entre otras cosas, su café, sin depender de un azúcar ultraprocesado y ultratransportado. Xap no camina solo ya que, como él, Manuel Guzmán Morales, Isabela López Miranda, Marcos Abelino y otras 40 familias de distintas comunidades indígenas Tseltales de Chiapas conforman la cooperativa de miel Chabtic.
Más de 2,500 kilómetros, y 7 fronteras más al sur (en dirección contraria a las extenuantes y peligrosas rutas migratorias), llegamos a Guayaquil, Ecuador. A las faldas del Monte Sinaí, una de las zonas más marginadas, de una ya empobrecida Guayaquil, encontramos a Catalina Encalada. Cata, junto con sus compañeras asociadas, confecciona con sus propias manos camisetas, blusas, faldas, pantalones, mochilas y decenas de prendas y complementos más. Una actividad que, acompañada de una buena gestión, supone una alternativa a la pobreza sistémica presente en el territorio.
Estas dos personas, y estas dos experiencias, tienen en común el objetivo de “construir otras formas de entender la economía y el progreso, para combatir la cultura del descarte, para dar voz a los que no la tienen y para proponer nuevos estilos de vida”. Como ellas, miles de personas en América Latina trabajan por construir iniciativas económicas que supongan una alternativa a un desarrollo que, como ellas mismas han podido vivir, no funciona.
En ese contexto nace, en 2010, la Red Comparte, una comunidad de aprendizaje-acción que acompaña e impulsa estas iniciativas. Una comunidad diversa en cuanto a tamaño de las iniciativas que acompaña, los contextos en los que trabaja, las cadenas de valor en las que se focaliza y, por supuesto, las culturas en las que se enraíza. Hoy en día la Red la conformamos 19 Centros Sociales, acompañando a más de 500 iniciativas económicas en 11 países de América Latina. Todas estas iniciativas comparten un deseo y un compromiso por contribuir a lograr condiciones de buen vivir para las personas y sus comunidades.
Este deseo y este compromiso se condensan en los 7 rasgos que caracterizan a las alternativas económico-productivas que acompaña, unos rasgos que son dinámicos, que se desarrollan al ritmo de los procesos económicos y que aportan un horizonte (y un presente) común al conjunto de la Red.
Comparte se caracteriza por partir de lo local, desde la realidad más cercana a la vida. Lo cotidiano es donde se encuentran las necesidades y las potencialidades de las personas y las comunidades y, por tanto, es de ahí de donde nacen las iniciativas de la red, arraigadas a sus contextos sociales, políticos, culturales, ambientales y espirituales.
Este deseo y este compromiso se condensan en los 7 rasgos o principios que caracterizan a las alternativas económico-productivas que acompaña. Así, hablamos de iniciativas que parten de lo local y las realidades más cercanas; que buscan favorecer relaciones de colaboración y cooperación, que promueven un trabajo digno, con retribuciones justas, estabilidad y un trabajo seguro y saludable; que buscan consolidar la autonomía y autogestión de comunidades y familias productoras; que ponen en el centro de la actividad la sostenibilidad medioambiental y que se nutren de los saberes que han sido culturalmente apropiados por las comunidades.
Para traer estos principios a la práctica la Red ha desarrollado una herramienta que hará posible ver de qué forma se aterrizan estos rasgos en las iniciativas. El SASA, como hemos llamado a este Sistema de Auditoría Socio Ambiental, se trata de un proyecto ambicioso, que aspira a medir unos rasgos, a priori, intangibles y de difícil medición, pero que, a través del trabajo colectivo de la red, y de las ganas de crecer y consolidarse de las iniciativas económicas, vamos avanzando con paso firme.
Vale la pena hacer mención en este punto a que, en línea con la estrategia multiactor de la red y el rasgo 2 de construcción colectiva, la Red se acercó a otros actores/redes de la Economía Social y Solidaria, como REAS Red de Redes, cuya larga trayectoria en proceso de Auditoría Social nos ha servido de inspiración en este proceso. Esta red confederal de Economía Solidaria referente en el Estado español lleva desde 2014 desarrollando su herramienta de Auditoría/Balance Social conforme a su carta de principios, para medir el grado de coherencia de las centenares de entidades que realizan anualmente esta práctica desde un fuerte compromiso de transparencia y mejora. Justo estos días, están presentando los resultados de este año en un acto institucional que demuestra la solidez de esta herramienta y esta práctica.
Volviendo a la Red comparte, en 2023 se hará finalmente el primer ejercicio del SASA donde las más de 500 iniciativas de la red tendrán oportunidad de dar cuenta de la integralidad de sus propuestas, de añadir valor a su trabajo y de visibilizar todas las dimensiones que iniciativas como esta cultivan, contraculturalmente cuidando lo pequeño y aportando desde lo local a la transformación económica y social global. Ahora Sebastián Luna y Catalina Encalada tendrán una razón más para estar orgullosos y orgullosas por el trabajo que realizan.