El poder de una pequeña tienda de café: las enseñanzas de Garittea-Capeltic.
El 15 de junio participamos en la jornada sobre “Nuevos modelos de negocio para una agricultura ecológica sostenible” organizada por la Universidad Deusto, que es aliada de la red Comparte. En la misma, el coordinador de Comparte, Erminsu Iván David Pabón, pudo presentar la experiencia en el acompañamiento a procesos de transición agroecológica y modelos de negocio social en el ámbito rural. En concreto, la experiencia compartida se centró en las enseñanzas de Garittea en Colombia y Capeltic en México que recogemos a continuación.
El poder de una pequeña tienda de café: las enseñanzas de Garittea-Capeltic. Un sueño que inicia con 5 campesino/as soñadore/as que creyeron que era posible hacer agricultura sin el uso de agroquímicos (1996)
Algunos aprendizajes de este camino recorrido en los últimos 30 años de acompañamiento a la producción agroecológica en Colombia y América Latina nos llevan a mencionar lo siguiente:
- Agregar valor. Pasamos de vender materia prima a un precio bajo (café por 1 dólar la libra a 30/40 dólares una vez transformado y vendido en tienda), dejando recursos en toda la cadena desde el proceso de selección, tostión, molienda y empaque. Esto, naturalmente, redunda en la mejora de la calidad de vida en las familias productoras. No solo medimos la utilidad final sino el valor agregado durante la cadena.
- Calidad. Le pusimos valor a la calidad en un mundo competitivo que solo nos ofrecía la certificación de terceras partes. Creamos la Escuela del café para que cada uno/a de los/as campesino/as aprendiera a conocer y seleccionar el café de la mejor calidad y cobrar por él. Le pusimos rostro al producto y a la persona productora cuando eran uno más del montón de café. Hoy existe el café Garittea y Capeltic que es el de don Javier, doña Gladis, don Jesús, etc.
- Cantidad-escala. ¿Cómo tener cantidades considerables con campesino/as que sólo tienen entre media, una o tres hectáreas de tierra? La asociatividad es fundamental para ofrecer las cantidades requeridas, porque además el 10%-20% del café tostado es suficiente para satisfacer la necesidad de la tienda y se obtiene el equivalente al 100 de lo que costaría la cosecha en verde. Esta asociatividad nos permite mantener ventas por fuera de la tienda en clientes nacionales e internacionales.
- Precio. Estamos con un producto cuyo precio oscila como un electro cardiograma; pasa de 80 centavos de dólar a 1,80. Esto lo estamos regulando para tener un precio justo para la persona productora y sobretodo, un precio asequible al consumidor local que tiene derecho a consumir un producto de alta calidad y cuyo poder adquisitivo le alcance. No es solo vender bien nuestro producto y ver cómo se contamina nuestro vecino/a o el/la amigo/a. No esperamos que la bolsa de New York nos ofrezca un precio justo, el precio lo construimos nosotros/as.
- Cultura. Nos enseñaron a tomar el peor café o consumir alimentos de segundas porque lo mejor había que venderlo. Estamos pasando de tomarnos el peor café del país (incluso importado) a aprender a tomar un café y consumir unos alimentos sanos. Esto es una cultura que se va transformando a través de la interacción diaria, de la interacción con lo/as visitantes de nuestras tiendas que son aprox. 300 al día (estudiantes/profesores/administrativos de las Universidades donde estamos ubicados, además de los cerca de 30 mil visitantes del IMCA-Hotel).
- El resultado. Más que maximizar las utilidades que llegan por la venta del café y que se reinvierten entre las organizaciones socias … el mayor valor es la autoestima, el orgullo, el amor propio y deseos de quedarse en el campo con dignidad y buenas condiciones de vida… Para seguir soñando, hoy somos más de 300 mil campesino/as acompañado/as por la red COMPARTE que hacen agroecología en América Latina.